Pedro Nevado-Batalla, profesor de Derecho: «A los buenos funcionarios les gustaría más depuración de los que no trabajan»

¿Cómo puede la Administración motivar a los empleados públicos? ¿Es innata la vocación de servicio o se puede adquirir? ¿Contribuye el salario emocional a una mayor productividad? Son preguntas que intentará responder hoy el profesor de la Universidad de Salamanca Pedro Nevado-Batalla en la conferencia que impartirá en la Escola Galega de Administración Pública (EGAP), en Santiago

Pedro Nevado-Batalla, profesor de la Universidad de Salamanca.

Pedro Nevado-Batalla, profesor de la Universidad de Salamanca.

Susana López Carbia

Santiago

Exconsejero de Administración Pública de la Junta de Extremadura, el profesor de Derecho Administrativo Pedro Nevado-Batalla [Cáceres, 1967] es un firme defensor del papel de los empleados públicos como garantes de la democracia.

España cuenta con un funcionariado envejecido, casi la mitad se va a jubilar en 15 años. ¿Es un problema o saldremos ganando al rejuvenecer las plantillas?

No es un problema, sino un ciclo natural. El sistema está orientado a que ese reemplazo no se produzca de manera tan abrupta, sino que la experiencia de los que van a abandonar la Administración se transmita a los que ingresan.

¿Es posible adquirir la vocación de servicio o es algo innato?

Yo creo que se puede adquirir. En primer lugar, creo que el empleado público debería tener una conciencia interiorizada de servicio, es decir, partir de hacer de su medio de vida, de su trabajo, el servicio a los demás. Y, en segundo lugar, la administración tiene que proveer los recursos necesarios para que el funcionario esté motivado y sienta orgullo de su labor.

¿Cómo se consigue que el funcionariado esté motivado?

Pues, mire, cuidándolo, porque en realidad es el recurso más valioso de cualquier organización, sea pública o privada.

¿Qué motiva más a un funcionario: un mejor salario, más tiempo libre o trabajar en favor de un bien público?

Yo creo que lo que motiva a un funcionario es serlo, que le dejen serlo y que vea que su trabajo sirve para garantizar el interés general. A partir de ahí, por supuesto, tiene que haber unas remuneraciones proporcionales a sus atribuciones, pero también hay una parte muy importante de salario emocional. Lo estamos viendo con lo que está sucediendo en la Administración norteamericana, que ese salario emocional de reconocimiento, de prestigio, no se está dando.

¿Es distinta la cultura del trabajo en el sector público que en el privado?

Ha habido un grandísimo error a la hora de equipararlas. Respeto y admiro el trabajo en el sector privado, pero nosotros, los funcionarios públicos, defendemos el interés general. Somos una garantía para la democracia. Y no solo son los médicos o los bomberos, sino también el trabajo de la persona que gestiona un expediente administrativo o realiza una actividad más burocrática.

Podría parecer que los funcionarios son una casta aparte...

No, no, todo lo contrario. Pero la sociedad debe valorar el mérito, la capacidad y el esfuerzo de los funcionarios públicos.

¿Es natural o es preocupante que los jóvenes aspiren a ser funcionarios?

Para mí, es preocupante si lo ven exclusivamente como una salida más o menos fácil a su necesidad de trabajar, porque es importante que el funcionario tenga ese elemento espiritualista de vocación de servicio público. El derecho administrativo está pensando en funcionarios que sienten lo que están haciendo porque están defendiendo y garantizando el interés general.

¿Tienen, en general, mala prensa los funcionarios?

Fatal, muy mala, infelizmente. Y debería preocuparnos. Se percibe un auténtico mobbing permanente, un auténtico acoso continuado de la labor de los empleados públicos, como si fuéramos vagos, poco productivos, ineficientes, que sobramos la mitad... Solo hace falta ver las declaraciones de la nueva Administración norteamericana, pero que no son muy distintas a otras que han hecho altas autoridades en España e incluso altos empresarios. Lo cual me lleva a pensar en los sabios ignorantes de los que hablaba Ortega y Gasset: personas que conocen muy bien su profesión, pero que, luego, en otro ámbito, muchas veces actúan como auténticos sabios ignorantes, y, en el caso de la administración pública, hay muchos sabios ignorantes.

Ve injusta esa mala prensa...

Claro que sí. Si fuera verdad todo lo que se dice de los empleados públicos, España no funcionaría. De alguna manera los empleados públicos no hemos sido capaces de explicar cuál es nuestra función, y hemos asumido un poco esa visión esperpéntica y caricaturista de lo que es la función pública.

Otra creencia bastante extendida es que al funcionario no se le puede sancionar...

Es una gran falacia que al funcionario no se le puede despedir. Al que no rinde, al que incumple con sus obligaciones, por supuesto que con todas las garantías, como en el ámbito laboral, se le puede, por supuesto, remover de su puesto de trabajo. Otra cosa distinta es que las autoridades superiores de personal no lo hagan. Yo creo que a los buenos funcionarios sí que les gustaría que hubiera un poco más de depuración.

¿Hay que sancionar más?

No solo es una cuestión de razón disciplinaria, es una cuestión de actuar como una máquina relojera. Es decir, que cada uno cumpla con la competencia que tiene atribuida, que haya coordinación, que el desempeño se ejerza con responsabilidad.

Y, a la inversa, ¿hay que premiar la excelencia?

Por supuesto que sí. A los funcionarios públicos, como a cualquier persona, nos gusta que nos reconozcan el buen trabajo. Esos elementos de carácter más bien honorífico, lo que decíamos antes sobre el salario emocional, no se están dando.

Una de las cuestiones que se debate en el marco de la reforma de la Ley de Función Pública es que se puedan acomodar los plazos de la jubilación a diferentes circunstancias. ¿Es un acierto, por ejemplo, que quien quiera pueda trabajar hasta los 72 años?

Todo lo que pueda motivar al empleado es muy positivo.

¿Está suficientemente bien regulada la promoción interna?

Creo que todo está perfectamente regulado. La cuestión es que realmente apliquemos lo que dice la norma. Si al final la promoción interna se va a convertir en un café para todos, pues a lo mejor eso es desmotivador, sobre todo para el que trabaja bien.

¿Y está en general bien retribuido el funcionariado?

No, en absoluto. No solo los funcionarios, tampoco los servidores públicos de carácter electivo tienen una remuneración proporcional a sus responsabilidades. Pero hoy por hoy, no hay ningún partido que plantee, salvo en casos muy concretos, como el del sector sanitario, las Fuerzas Armadas o el sector policial, una subida retributiva para los empleados públicos, porque infelizmente, hay personas que piensan que no lo merecemos y que el funcionariado en España es privilegiado. No sé qué privilegios tenemos.

Tienen un puesto de trabajo fijo hasta la jubilación...

La estabilidad en el empleo no es un privilegio, es una garantía para la democracia, para que ante los cambios en el gobierno no haya despidos indiscriminados. Y los días de libre disposición, nacieron para compensar la disminución retributiva respecto al sector privado. Si ahora se remunerara al funcionario con el salario equivalente en el ámbito privado, su sueldo sería muchísimo más elevado. Es la leyenda negra que se ha creado en torno al funcionario público y no es real.

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