Un problema en el fondo de las bateas
Un estudio del CSIC ahonda en la grave merma de la producción del mejillón gallego, que en 2024 se hundió un 21% hasta las 145.000 toneladas, el peor dato en 20 años
Académicos identifican cinco discursos para revertir la situación y advierten: «Si este ritmo se mantiene, perjudicará mucho a la industria»

Vista del puente de Rande y bateas en la ría de Vigo. / Marta G. Brea
Hay una «gran preocupación» en el ecosistema investigador gallego por la crisis que afronta el mejillón en la comunidad. No es una crisis que parezca afectar al grueso de los productores todavía —los precios de venta se han incrementado y de alguna manera maquillan la gravedad de la situación—, pero sí es una crisis de producto que, de seguir disminuyendo como lo lleva haciendo estos últimos años, «perjudicará mucho a la industria». Así de contundente se muestra Mario Soliño, científico titular y jefe del grupo Ciencias Sociales Aplicadas a Recursos Marinos y Costeros del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC). Junto al profesor de investigación en el grupo Inmunología y Genómica, Antonio Figueras, acaba de publicar un estudio en el que han analizado la visión de «59 actores del sector», en su mayoría colegas científicos y otros profesionales que han estudiado la evolución del gremio en los últimos años, con el objetivo de dar claves sobre cómo actuar para revertir «esta grave tendencia que se está consolidando».
Fruto de su trabajo, recién publicado en la revista Aquaculture, se han identificado cinco discursos distintos que ofrecen una panorámica multiangular del bivalvo en Galicia. «Lo que reflejan es que existe heterogeneidad en la percepción del problema. Aunque pueda parecer que todos los académicos pensamos igual, no es así. En nuestra muestra hay investigadores sociales, biólogos, economistas… Y cada uno aporta una visión diferente», explica Soliño. Algunos coinciden en aspectos tan importantes como la falta de semilla, la mejilla, lo que precisamente ha llevado a la Consellería do Mar a ampliar otra vez la capacidad de las bateas, permitiendo a cada estructura pasar de 100 a 150 cuerdas de recolección de cría. Otros se centran en cuestiones ambientales o sociales, la necesidad de importar materia prima extranjera para satisfacer la demanda, atender el consumo procedente del extranjero o el valor del molusco gallego, tanto por la marca que se asocia a su «calidade» como por sus propiedades saludables, que instan a realzar.

Vista de las bateas de la ría de Vigo desde Domaio (Moaña). / Marta G. Brea
Un secto al borde del colapso
Cabe recordar que solo hace unas semanas Figueras publicaba en FARO un artículo en el que aporta toda clase de detalles sobre por qué el sector bateeiro se encuentra «al borde del colapso». «Este declive no es una simple fluctuación del mercado: es el resultado de una tormenta perfecta donde el cambio climático, la contaminación, la sobreexplotación y problemas estructurales han puesto contra las cuerdas a uno de los sectores más importantes del país», remarca en la pieza, que adelantó que la merma en la producción del mejillón continuó agravándose en la comunidad en 2024 con una drástica caída interanual del 21% hasta las 145.000 toneladas: «El peor dato en más de dos décadas».
«Si ya estábamos preocupados con las 182.790 toneladas que se registraron en 2023, ahora lo estamos mucho más», señala por su parte Soliño, que lamenta que en el estudio no haya participado el conjunto del gremio mejillonero a pesar de que se propuso incluir su opinión. «Si tenemos un problema de semilla, no podemos tener buenas perspectivas de futuro en cuanto a producción», resalta. «Si la producción sigue descendiendo, la industria se verá muy perjudicada. Habrá que buscar estrategias para que, aunque baje la cantidad, podamos compensarlo con un aumento del precio y una mejor comercialización», sentencia el especialista.
El estudio de Soliño y Figueras arrancó hace más de dos años sin ningún tipo de financiación: «Nace de nuestra preocupación en torno al futuro del sector». Y los investigadores analizarán ahora los siguientes pasos que darán para evaluar la situación, con especial foco en el exterior: «Creemos que es un problema que no es exclusivo de Galicia, que seguramente pueda afectar a otras regiones productoras. Pensamos sobre todo en Chile. Quizás demos el salto a ver si en otras zonas del mundo está pasando lo mismo o si es un problema solo de Galicia».
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