El pesquero Dux ha cambiado al menos seis veces de nombre desde su construcción en 1963 en Holanda cuando fue bautizado como VL73 Elly, el primero de una serie de cinco arrastreros. En 1980 pasó a llamarse solo Elly, en 1993 Albri II y solo cuatro años más tarde High Sierra, para posteriormente volver a apodarse Albri II y finalmente Anuva. Al menos ese es el último registro que tiene Greenpeace sobre el barco, al que en 2005 dedicó el informe La vergüenza secreta del Anuva como parte de un estudio de casos de embarcaciones implicadas en la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada. La ONG denunció el sistemático cambio de bandera del buque, casi todas de conveniencia, y documentó su actividad en el mar. Desde corales esquilmados, por ejemplo, hasta ser incluido en la lista negra de Noruega por adentrarse en su Zona Económica Exclusiva (ZEE). Ese es el pasado del Dux, cuyas operaciones siempre han tenido base en Vigo. Durante los últimos meses, el barco ha estado pescando en aguas del Atlántico, entre Senegal y Guinea-Bissau, y a finales de febrero dejó este último país para regresar a la ciudad, a la que arribó este fin de semana con la intención de ser reparado, sin aparentes sorpresas, hasta que fue inspeccionado por la Guardia Civil ante las sospechas de que pudiera portar sustancias estupefacientes. Nada encontraron los agentes durante el control, pero fue entonces cuando parte de sus tripulantes pidieron desembarcar por las condiciones a bordo del buque. Así lo confirman a FARO desde el cuerpo, que dada la situación irregular de la dotación comunicó a los marineros que no podían bajar a tierra hasta que se realizasen los pertinentes trámites de extranjería. El caso pasó a manos de la Policía Nacional, que en un primer momento custodió la nave. Ahora está siendo vigilada por una empresa privada hasta que se resuelva la situación. Según pudo saber este periódico, al menos una decena de marineros africanos estaban embarcados en este pesquero de armador vigués, si bien la inspección de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF) solo ha constatado la presencia de ocho. «En principio tienen comida y las necesidades básicas cubiertas», indicaron desde la entidad. «La prioridad ahora es desembarcar y repatriar a algunos tripulantes ya que no toda la tripulación permanecerá a bordo durante la estancia en astillero», agregaron, dejando claro que están siguiendo el suceso «para verificar que se respetan los derechos de los tripulantes y que el buque, cuando lo haga, salga en unas condiciones de seguridad y mantenimiento que permitan el bienestar de la tripulación». Este periódico ha intentado ponerse en contacto con la empresa propietaria del Dux sin éxito, y fuentes portuarias confirman por su parte que «Capitanía inspeccionó el buque no existiendo riesgos a la navegación y certificados en regla». Sin embargo, fuentes cercanas al caso consultadas por FARO hacen hincapié en que el barco no tenía consignatario por lo que la Autoridad Portuaria no le dio atraque en un primer momento. Quedó fondeado en Cíes y finalmente, por su «situación muy precaria», acabaron autorizando el atraque.