Un sector que define a Galicia, al borde del colapso
El futuro del marisco: una crisis ecológica, económica y cultural que exige acción inmediata

Trabajo a bordo de una batea en la ría de Arousa. | M. Méndez
Galicia no es solo un líder en la producción de marisco en Europa, sino el alma de un sector que sustenta miles de empleos, define su identidad y alimenta mercados nacionales e internacionales. Sin embargo, esta potencia acuícola se enfrenta a su mayor crisis en décadas. La producción de mejillón, almeja, berberecho y otras especies clave se está desplomando a niveles alarmantes, con algunas poblaciones reduciéndose hasta en un 90% en los últimos años. Este declive no es una simple fluctuación del mercado: es el resultado de una tormenta perfecta donde el cambio climático, la contaminación, la sobreexplotación y problemas estructurales han puesto contra las cuerdas a uno de los sectores más importantes del país.
La producción de mejillón, pilar de la acuicultura española, cayó de 225.200 toneladas en 2022 a solo 182.790 toneladas en 2023. En 2024, Galicia, que representa el 97% de la producción de mejillón en España, ha sufrido un nuevo golpe con una caída hasta las 145.000 toneladas, el peor dato en más de dos décadas. La reducción no solo afecta a los productores, sino que amenaza la posición de España en el mercado internacional y golpea a las comunidades costeras que dependen de este sector.
Pero la crisis no se limita al mejillón. El colapso afecta a otras especies fundamentales para la economía y la biodiversidad de Galicia. El berberecho, ha visto reducidas sus capturas en un 80% en solo tres años, pasando de 1.500 toneladas anuales a apenas 300 toneladas en 2023. La almeja fina, una de las especies más demandadas tanto a nivel nacional como internacional, ha sufrido otro desplome, cayendo de 1.200 toneladas en 2020 a 264 toneladas en 2023.
La producción de la almeja japonesa en 2023 fue de una 1.000 toneladas. Hace 20 añs su producción era de más de 3.000 toneladas. Los problemas son los mismo la calidad del agua, la competencia con otras especies y la disponibilidad de zonas óptimas para su cultivo.
Los efectos de esta crisis no se limitan a Galicia. En el Delta del Ebro, el verano de 2022 marcó un punto de inflexión en la producción de mejillón. Durante seis semanas consecutivas, el agua superó los 30°C, un umbral insoportable para la especie. El resultado fue devastador. Galicia no ha sufrido temperaturas tan extremas, pero las condiciones anómalas de los últimos años han generado el peor año de producción en la última década.
¿Por qué ocurre esto?
El cambio climático es un enemigo silencioso pero implacable. En los últimos 30 años, la temperatura media del agua en Galicia ha aumentado, alterando los ciclos reproductivos de varias especies y dificultando su desarrollo. En el caso del mejillón, las larvas más pequeñas tienen menos capacidad de adherirse a las cuerdas de cultivo, lo que provoca que se desprendan antes de alcanzar el tamaño comercial. Los productores pierden cada vez más mejillones antes de que puedan ser recolectados.
Las almejas y los berberechos también han sufrido los efectos de estas alteraciones ambientales. El incremento de las temperaturas ha favorecido la proliferación de enfermedades como la marteiliosis, que afecta a los berberechos y ha sido responsable de la muerte masiva de poblaciones en varias rías gallegas. En el caso de la almeja, la sobreexplotación combinada con la reducción de las tasas de crecimiento ha hecho que la recuperación de la especie sea cada vez más difícil.
Las mareas rojas, impulsadas por la proliferación de algas tóxicas, han sido otro golpe para la industria. En 2023, varios polígonos de bateas y bancos marisqueros quedaron cerrados durante meses debido a los altos niveles de toxinas en el agua. Sin producción, los mariscadores y bateeiros han tenido que soportar largos periodos sin ingresos, en un sector donde los márgenes de ganancia ya son ajustados.
Otro de los problemas es la escasez de semilla. En el caso del mejillón, la cría que tradicionalmente se recolectaba en las rocas costeras ha sido insuficiente en los últimos años, y la que se ha logrado recolectar es de menor calidad. En 2022, la debilidad de la semilla afectó gravemente a la producción de 2023, y esta tendencia amenaza la estabilidad del sector a largo plazo.
El espacio también se ha convertido en un bien disputado. La expansión de la acuicultura está en conflicto con otras actividades pesqueras, como la extracción de percebe. La competencia por los recursos costeros ha limitado las zonas disponibles para el cultivo del mejillón, dificultando aún más la recuperación del sector.
Los productores no solo están obteniendo menos marisco, sino que el que llega al mercado es más pequeño y con menos carne. La calidad del producto ha disminuido, afectando los precios y la competitividad de Galicia frente a otros países productores.
Soluciones: Galicia debe liderar la apuesta.
La situación es grave, pero no irreversible. Con un enfoque innovador y una respuesta política contundente, Galicia puede convertirse en un modelo de adaptación sostenible ante el cambio climático.
Es fundamental reforzar los sistemas de monitoreo ambiental. La instalación de sensores en tiempo real para medir la temperatura, la salinidad y los niveles de toxinas permitiría a los productores anticiparse a las amenazas y minimizar pérdidas. Además, la inversión en investigación es clave: desarrollar técnicas de cultivo más resilientes, como la selección genética de mejillones y almejas podría marcar la diferencia en el futuro de la acuicultura.
La regulación ambiental también debe adaptarse a la nueva realidad climática. Galicia necesita una gestión más eficiente del espacio costero para evitar conflictos entre sectores. La colaboración entre bateeiros, percebeiros y mariscadores, junto con un marco de planificación marina más flexible, permitiría una mejor coexistencia entre actividades pesqueras.
A nivel europeo, España debe liderar la innovación en acuicultura sostenible. La crisis del marisqueo y del mejillón en Galicia es una advertencia de lo que puede ocurrir en otros países si no se toman medidas urgentes. La creación de fondos específicos para el sector, destinados a mitigar el impacto del cambio climático y fomentar prácticas más sostenibles, puede ser clave para la recuperación.
No se trata solo de marisco, sino de identidad y futuro.
El marisco gallego no es solo un producto económico, sino parte del patrimonio cultural y gastronómico de España. La crisis actual pone en peligro siglos de tradición pesquera, pero es la oportunidad de transformar el sector en un referente de sostenibilidad.
Proteger el futuro del marisco gallego no es solo una cuestión de economía, sino de identidad, cultura y responsabilidad ambiental. Galicia puede y debe liderar la adaptación de la acuicultura a un mundo en cambio, asegurando que el legado de su mar continúe siendo una fuente de vida y prosperidad para las generaciones futuras.
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