José López Campos: «Su estilo tan singular es hoy una referencia incuestionable»
«Queremos que el conocimiento de la figura de Antonio Palacios prevalezca en el tiempo y, sobre todo, ser capaces de explicársela a los más jóvenes»

José López Campos frente a la Escola Infantil Santa Susana en Compostela. / Jesús Prieto
Mateo G. Triñanes
La relación de José López Campos (1974) con la obra de Palacios manó al pie de la Fonte da Gándara, en Mondariz-Balneario, mucho antes de que la política se interpusiese en su camino. Desde entonces ha visitado «prácticamente todas sus obras» y ahora, al frente de la Consellería de Cultura, Lingua e Xuventude, asegura que bregará por difundir el trabajo de un arquitecto que, si bien desarrolló la mayoría de su carrera en Madrid, debería ser mucho más conocido y un motivo de «orgullo» para todos los gallegos.
—¿Cree que Palacios es un gran desconocido en Galicia?
—Sí. Estoy convencido de que es una figura todavía por descubrir. Más allá del entorno de Vigo, lamentablemente es poco conocido. Sin embargo, a lo largo de nuestra vida de un modo u otro todos hemos estado cerca de alguna de sus grandes obras, tanto las que alberga nuestra comunidad como en Madrid.
—La Xunta también tiene en marcha diversas acciones para ensalzar la obra y figura del genial arquitecto.
—Sí. No podemos avanzar mucho, pero la idea es que confluyan su tierra de nacimiento con aquella en la que se formó y desarrolló una parte importante de su carrera. Queremos poner en valor esa dualidad que tuvo su figura, un alma gallega que desarrolló su proyecto vital en Madrid con unas jornadas específicas.
—También iniciativas para colaborar con el Ayuntamiento de O Porriño con motivo del aniversario. ¿Qué resaltaría?
—La parte más importante de este convenio será destinado a una sala de exposiciones permanente en su localidad natal. Queremos que el conocimiento de su figura prevalezca en el tiempo y, sobre todo, ser capaces de explicársela a los más jóvenes.
—Pese a desarrollar el grueso de su carrera en Madrid, Palacios jamás renunció a Galicia y fue un embajador del granito de O Porriño, muy presente en sus edificios.
—Sin lugar a dudas, es uno de los elementos fundamentales de su obra. Puso en valor un material muy importante para su entorno y que hoy ennoblece muchas de las obras que tiene en todo el territorio. Esto también dice mucho de su figura.
—Hasta llegó a ser criticado por colegas de profesión por ser, precisamente, muy ‘tosco’ en alguno de sus diseños, en los que «se limitaba a apilar piedra», decían. Eso es ADN gallego.
—Efectivamente, lo es. Creo en esa singularidad. Es cierto que muchas veces es difícil ser profeta en tu tierra e, incluso, en tu tiempo también, sobre todo cuando eres un poco transgresor como fue su caso. Sin embargo, hoy, 150 años después de su nacimiento, la obra y, sobre todo, el estilo tan singular de Palacios es incuestionable como una de las grandes referencias en el mundo de la arquitectura tanto en Galicia como en España.
—Dicen que sus obras son como el buen vino: envejecen bien.
—Son atemporales, no hay más que verlas. Una de las más emblemáticas, el Palacio de Cibeles (que en la actualidad alberga el Ayuntamiento de Madrid), aún hoy no deja a nadie indiferente tantos años después y se ha convertido en un símbolo de la capital.
—O Porriño, Vigo, Nigrán, Santiago, O Carballiño... La huella del arquitecto en Galicia es amplia, porque además incluye edificios públicos, eclesiásticos, privados, fuentes...
—Esto es, también, una característica importante de su obra. Palacios fue capaz de diseñar obras tan diferentes como el Templo Votivo de Nigrán, que desde la Xunta estamos reformando en estos momentos, perteneciente al mundo sacro, hasta, por ejemplo, la huella que dejó en el metro de Madrid. Una infraestructura que vemos con tanta normalidad cuando vamos a la capital y se nos escapa que un número muy importante de las estaciones son de Antonio Palacios. Creo que ambas obras, completamente distintas, hablan muy bien de su versatilidad.
—Más allá de su rol de conselleiro, ¿le gusta Palacios? ¿Tiene alguna obra favorita?
—Tuve la suerte de conocerlas prácticamente todas. Personalmente me llamó mucho la atención el Templo Votivo. Lo visité además recientemente con una persona que conoce mucho la obra de Palacios y me resultó llamativa no solo su arquitectura externa, sino también cómo logró poner en valor todo el interior del templo a través del tratamiento que dio a la iluminación.
—Dicen que su plan urbanístico para Vigo fue una gran oportunidad perdida para organizar bien la mayor ciudad gallega.
—Yo tuve la suerte de ver esa maqueta. Está claro que, teniendo en cuenta todas las complejidades del urbanismo, Vigo sería hoy una ciudad diferente si ese plan urbanístico se hubiera llevado a cabo. Desde luego fue una oportunidad, pero al final, como todo en la vida, Vigo tuvo su desarrollo y seguramente esto queda ya como una cuestión histórica. Más allá de esto, al final que él tuviera la inquietud de preocuparse por el desarrollo urbano de Vigo ya habla mucho de su capacidad, concibiéndola hace tantos años como la gran ciudad en la que después se acabó convirtiendo.
—Más allá de Antonio Palacios, la arquitectura gallega presume de nombres como Gallego Jorreto, César Portela, Seoane... ¿Somos una potencia?
—En cualquier ámbito cultural Galicia hoy en día es una referencia incuestionable. Mucha gente tiene la vista puesta en lo que se está haciendo aquí. Los nombres que has puesto sobre la mesa son un claro ejemplo de ello en el campo de la arquitectura.

López Campos frente a la Escola Infantil Santa Susana, en Santiago. / Jesús Prieto
Una joya de Palacios en la Alameda compostelana
Uno de los edificios que más llama la atención en la Alameda de Santiago es el que hoy ocupa la Escola Infantil de Santa Susana. Símbolo de la incipiente arquitectura modernista de la ciudad, fue construido por Palacios con el encargo de que sirviese para albergar al Pabellón de Recreo Artístico e Industrial de la Exposición Regional de 1909. Desde hace décadas se usa como centro de enseñanza en la red pública autonómica. En la imagen, el conselleiro de Cultura, José López, , delante de la fachada del edificio.
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