Opinión | A los pies de los caballos

This is not America

Volodímir Zelenski y Donald Trump, rodeados de asesores y prensa, este viernes en el Despacho Oval de la Casa Blanca.

Volodímir Zelenski y Donald Trump, rodeados de asesores y prensa, este viernes en el Despacho Oval de la Casa Blanca. / MYSTYSLAV CHERNOV / AP

Vista la deriva de Donald Trump, este artículo podría haberse titulado “Tiempos nuevos, tiempos salvajes”. Pero, junto a la canción de Ilegales, otra que puede valer es “This is not America”, escrita por Pat Metheny y David Bowie, un estadounidense y un británico, para la película “El juego del halcón” (1985), basada en la historia real de dos jóvenes estadounidenses que le vendieron información secreta a la Unión Soviética. Ahora es el mismísmo presidente de Estados Unidos el que favorece al enemigo ruso, pero no de forma encubierta, sino anunciándolo en las redes sociales.

Estamos viendo cosas que jamás hubiéramos creído, como que al Gobierno estadounidense no le importe en absoluto el destino de Europa, como ha dicho el futuro canciller alemán, Friedrich Merz, hasta el punto de que el ocupante de la Casa Blanca ha dicho esta semana que la Unión Europea “fue creada para joder a Estados Unidos”.

Siguiendo con las referencias cinematográficas, se diría que Trump ha sido sometido a un lavado de cerebro para convertirlo en un agente infiltrado, como el personaje de “El mensajero del miedo”, película de 1962, en el apogeo de la Guerra Fría, protagonizada por Frank Sinatra. No faltan en la prensa internacional informaciones que afirman que Trump fue captado por los servicios secretos soviéticos en los años 80, durante una visita a Moscú, con la complicidad de su primera esposa, Ivana Zelnícková, y los servicios secretos checoslovacos.

Sea como fuere, esta de Trump no es la América que muchos admiramos y defendemos, la “ciudad resplandeciente sobre una colina” que refería el peregrino John Winthrop en el siglo XVII para describir el país que imaginaba, un faro de libertad en el mundo, una idea que repitió durante toda su carrera política Ronald Reagan. No resulta aventurado afirmar que tanto Reagan como Lincoln, otro histórico presidente del Partido Republicano, estarían escandalizados ante las palabras y los actos de quien hoy ocupa el despacho oval.

Más que un país, Estados Unidos es una idea construida desde una frase, “nosotros, el pueblo de Estados Unidos”, que buscaba “justicia”, “tranquilidad interna”, “defensa común”, “el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad” (Constitución, 1787). Un pueblo de colonos, que se levantó, por cierto, ante unos aranceles, los que gravaban la importación proveniente de la metrópoli británica de distintos productos, incluido el té, lo que motivó el Motín del Té de Boston (Boston Tea Party, 1773).

Parece que Trump ha olvidado el valor del libre comercio que impulsó la independencia de Estados Unidos y motivó también las primitivas Comunidades Europeas, como la del carbón y del acero, que Monnet, Schuman y De Gasperi, «padres» de la UE, crearon en los años 50 no para joder a EEUU, sino para facilitar la paz y la prosperidad donde antes solo había guerra. En su lugar, Trump –y el sector ahora dominante en Vox– parece tener más simpatías hacia la cleptocracia oligárquica de su amigo Putin. Esto no es América, señor Trump.

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