Gallegos a la vanguardia
«Trabajamos en un microrobot ingerible para administrar fármacos»
El ingeniero biomédico vigués Ignacio Rodríguez de Castro, becado por la Fundación la Caixa para cursar un máster en el MIT, trabaja en un grupo especializado en dispositivos gastrointestinales

El ingeniero vigués Ignacio Rodríguez, ante el emblemático edificio Great Dome, en el campus del MIT.
Muchos de los avances que revolucionarán la medicina ya se desarrollan hoy en los laboratorios del Massachusetts Institute of Technology (MIT), uno de los centros de vanguardia a nivel mundial. El ingeniero biomédico Ignacio Rodríguez de Castro (Vigo, 2001) es uno de esos investigadores que diseñan la asistencia sanitaria del futuro. Becado por la Fundación la Caixa para cursar un máster, fue uno de los cien seleccionados entre casi un millar de aspirantes, compatibiliza las clases de ingeniería mecánica, matemáticas e incluso negocios con el trabajo en el grupo del médico y científico de origen peruano Giovanni Traverso, especializado en dispositivos gastrointestinales.
«El desarrollo más avanzado en cualquier ingeniería probablemente va a estar aquí. Y en el caso de la biomédica, éste es el lugar al que hay venir. La idea del profesor Traverso es trasladar el concepto de las cápsulas endoscópicas, que contienen una cámara, a cualquier tipo de dispositivo gastrointestinal. En mi subgrupo, estamos desarrollando una minicápsula electrónica o microrobot ingerible para la administración de fármacos de forma que sea menos invasivo y más efectivo para el paciente. Parece un poco de ciencia ficción y obviamente no es algo que vaya a salir al mercado en un año, pero estamos dando los primeros pasos», destaca.
El equipo engloba, en total, a más de un centenar de personas, gran parte de ellas, extranjeras como Ignacio. Y algunos de esos avances ya se encuentran en ensayos clínicos: «La financiación mayoritaria es del gobierno de EE UU, pero también de empresas. Uno de los problemas de este tipo de investigación es que no llegue a materializarse por los costes que supone, lo cual no significa que no sea útil para futuros desarrollos, pero Traverso destaca por llevar a la práctica lo que estudia en el laboratorio. Lo que diferencia al MIT y a EE UU en general es que hay más facilidades para trasladar lo que haces al mundo real».
El máster empezó en septiembre del año pasado y se prolongará hasta junio de 2026. Y tanto las clases como su trabajo en el laboratorio le están resultando muy motivadores. «El hecho de que aquí haya gente muy buena de todo el mundo, entre ellos, también muchos españoles y gallegos, te impulsa a ti a hacer lo mismo cada día y a no quedarte atrás. Y también ayuda que estoy haciendo algo que realmente me interesa mucho», reconoce.
Ignacio estudió Ingeniería Biomédica en la Carlos III de Madrid y, ya durante la carrera, hizo una estancia de diez meses en la Universidad de California-Irvine, en el laboratorio del doctor Kheradvar. «También allí trabajé en dispositivos médicos, pero cardiovasculares. Fue una experiencia increíble, un aprendizaje muy grande que después me ayudó para que me aceptasen en el MIT. Siempre he tratado de exigirme más, tener un buen currículo y desarrollarme profesionalmente para las oportunidades que puedan venir en el futuro. Aunque no tenga el bienestar máximo que disfrutaría estando cerca de los míos, a la larga, acaba mereciendo la pena», señala.
Tras su estancia en California, Ignacio tuvo su primera experiencia laboral como ingeniero en prácticas en la start-up viguesa KUNE Implants. «Incorporarte a una empresa que está empezando es duro pero también supone una oportunidad de crecimiento brutal. Pude trabajar en el Gregorio Marañón durante un año porque la mayoría de sus clientes están en Madrid. Y tanto ellos como la gente de Inmake, otra empresa de Porto do Molle con la que están asociados, me acogieron con los brazos abiertos. El día de mañana, cuando yo me encuentre a un chaval como lo era yo en ese momento, mi forma de actuar será la misma, porque me permitieron estar a gusto y progresar», agradece.
Ignacio, que ya graduado también trabajó en otra empresa del sector en Madrid, defiende la presencia de perfiles como el suyo en los hospitales. «Siempre ha habido ingenieros, por ejemplo, en el departamento de Informática. Pero la figura del ingeniero clínico es más reciente. Supone un beneficio enorme porque trabajar dentro reduce tiempos y fricciones al facilitar el diálogo. Se convierte en un asistente constante para el médico. Lo ideal sería que hubiese 40 ingenieros ayudando a los doctores como ocurre en EE UU, pero en España todavía es un proceso progresivo y ojalá sea así pronto», confía.

Recogiendo su beca de la Caixa de manos del rey Feilipe. / FDV
Sus padres, ambos médicos gastroenterólogos, siguen con mucho interés los avances de su grupo en el MIT: «Cuando estuve en casa en Navidad hablamos mucho sobre ello. Los dispositivos tardarán un tiempo en llegar al mercado y más a Europa, así que no creo que ellos sigan ejerciendo entonces. Pero estarán pendientes porque la medicina es su pasión y seguirán muy involucrados. Así que si algún día escuchan hablar de algún avance al que yo he contribuido estaré superorgulloso».
Ignacio, que fue alumno de Compañía de María y Rosais 2, estuvo a punto de continuar la saga familiar, pero acabó decantándose por ingeniería biomédica: «Cambié a última hora y creo que acerté. Medicina me habría gustado mucho también, pero por ahora me estoy dando la razón».
Dada la delicada situación que vive la ciencia y el I+D en EE UU, Ignacio prefiere centrarse en el día a día en lugar de planear su siguiente paso. Y no deja de lado su gran afición por el fútbol, un deporte que vive sobre el césped y como entusiasta celtista en la distancia. «Es mi pasión y estoy en una liga universitaria. Me ayuda a mantener la forma y la salud y además lo disfruto mucho. Incluso en los sitios más exigentes del mundo como el MIT siempre se puede encontrar tiempo para hacer deporte». Y admite entre risas que los españoles sobresalen en el campo: «En California no pasaba lo mismo porque había jugadores latinoamericanos, sobre todo, mexicanos, con mucho nivel. Pero aquí los europeos en general destacamos bastante».
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