Opinión

El asesino vuelve a por su víctima en forma de libro

«Si no había cuerpos no podían acusarme de nada. Estuve a punto de conseguirlo. Me faltó un poco más de suerte», dijo José Bretón al autor del libro 'El odio'.

El asesino volvió a por su víctima en forma de libro. Para desgarrarla, para lastimarla profundamente, para hacerla revivir las crueles muertes de sus hijos le ha bastado con dar al autor del libro su versión de los hechos, de su exesposa y de las circunstancias, motivos y detalles de su doble crimen, reconociendo por primera vez que mató a sus dos hijos menores.

Ningún otro motivo que hacer daño y destruir puede haber en una persona que ha usado la violencia vicaria con sus hijos para infligir el máximo dolor que se puede hacer a una madre; ningún otro móvil en un tipo que no ha mostrado arrepentimiento alguno por los tremendos males causados ni tampoco empatía ante el sufrimiento de una madre sin hijos; ninguna otra causa en un sujeto que está convencido de que la culpa de su condena de 40 años de prisión la tuvo su exmujer, pues si no lo hubiera abandonado no hubiese tenido necesidad de vengarse de ella en la persona de sus hijos y por lo tanto no tendría que estar en prisión hasta 2036.

Y en este escenario, el autor del libro —cuyo nombre ya ni menciono por la indignación que me produce y para no darle más publicidad— se sorprende de la solicitud de suspensión de la publicación de su obra pues, al parecer, no pensó en el espurio móvil de Bretón ni en el sufrimiento que iba a causar a Ruth Ortiz. Y es que la libertad de información y las ganancias lo justifican y pueden con todo.

Por su parte, la editorial Anagrama —que menciono para su vergüenza—, sabedora de los réditos que iba a obtener con la publicación del libro, se escuda en el derecho fundamental a la libertad de expresión y de creación literaria proclamado en la Constitución , omitiendo que la misma establece que esas libertades tienen su límite en el respeto a los otros derechos fundamentales y, especialmente , en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia. Obvia también la editorial el dolor y la revictimización de Ruth Ortiz, que se tuvo que enterar por los medios de comunicación —y no por la editorial y autor, como sería lo suyo— de la próxima publicación del libro 'El odio'. Muy fuerte.

En definitiva, autor y editorial han puesto música a su libro con los gritos de dolor de las víctimas; editorial y autor han dado voz al asesino violentando los derechos de las víctimas en nombre de los derechos antes mencionados.

Derechos fundamentales que no son absolutos y que, en el marco de la violencia de género, con datos no veraces y sin interés público —pese a la indudable relevancia del hecho delictivo— no pueden estar por encima de los también derechos fundamentales de las víctimas; máxime si dos de ellas eran menores de edad para los que, aun fallecidos, existe una sobreprotección a su derecho al honor, a la memoria, a la imagen y a la intimidad.

En virtud de sus derechos constitucionales, la víctima puede reclamar legítimamente que informaciones personales no sean publicadas sin su consentimiento. Tal y como ha hecho Ruth Ortiz, que pidió y obtuvo el amparo de la Fiscalía de Córdoba para paralizar cautelarmente la publicación del libro 'El odio' por intromisión del honor, de la intimidad e imagen de ella y de sus hijos asesinados.

Respaldada por el decreto de suspensión de la Fiscalía , Ruth Ortiz se dirigió a la editorial Anagrama para que procediese a la suspensión cautelar del libro, a lo que la editorial se negó con los argumentos de siempre.

Posteriormente, el juzgado competente de primera instancia de Barcelona, por auto del lunes, autorizó publicar el libro de Bretón rechazando la petición de la Fiscalía de Barcelona de adopción de la medida cautelar.

Este martes, la Fiscalía recurrió el auto quedando el asunto pendiente de resolución por la Audiencia Provincial.

Así las cosas, y sin perjuicio de entender que procede la paralización cautelar por, como he señalado, primar los derechos de las víctimas frente a los de autor y editorial, estimo que también debería acordarse la suspensión por vulneración del derecho de reparación simbólica y social que tiene esta madre sin hijos como víctima de la violencia machista o, lo que es lo mismo, por atentar contra su derecho a la verdad al tratarse del relato de un asesino que intenta desacreditar la veracidad, verdad formal, de los hechos probados fijados en sentencia firme.

Ruth Ortiz, no estás sola.

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