Opinión

Hooligans vs. tifosi

(A propósito de los incidentes tras el triunfo de Italia en el campeonato de fútbol europeo 2020)

Los hechos descritos han demostrado que los ‘hooligans’ no son, como generosamente dicen los diccionarios, jóvenes alborotadores violentos, sino presuntos delincuentes.

Los diccionarios ingleses definen la expresión ‘hooligan’ como un joven alborotador violento. Correlativamente los diccionarios italianos la equivalente ‘tifoso’ como el hincha del fútbol italiano.

Tanto las palabras como sus significados deben modificarse radicalmente a la luz de los graves incidentes sucedidos tras la victoria de Italia en el campeonato de fútbol europeo 2020, celebrado por razones pandémicas el 11 de julio de 2021. Las televisiones y los medios han testimoniado como un grupo de ‘hooligans’ insultaron, empujaron, golpearon y patearon a los ‘tifosi’ cuando, de regreso a casa, se disponían a cruzar el control de seguridad en el aeropuerto londinense. Me refiero, principalmente, a los hechos vistos en el aeropuerto y no tanto a la salida del estadio, que fueron igualmente graves, con el resultado conjunto de 42 detenidos y 18 policías heridos.

Pero con ser graves tales hechos, acaecidos en el aeropuerto, no fueron los únicos que desacreditan otras expresiones inglesas universalizadas como ‘fairplay’ y ‘gentleman’.

Entre otros, tan vergonzosos, fueron los siguientes: silbar al himno italiano, quemar banderas italianas, quitarse la medalla de subcampeones nada más recibirla de forma coral y en señal de desaprobación y desprecio, lanzar botellas, no ayudar a levantarse a los contrarios derribados durante el lance, no reconocer la merecida derrota, negar el pasillo de reconocimiento a los justos campeones y no apearse de su soberbia, presumiendo antes del encuentro que ya eran campeones.

Sin que tampoco podamos olvidar otros, silenciosos, pero no menos significativos; a saber, la falta de policías para disuadir y detener a los ‘hooligans’ en el aeropuerto, la omisión de disculpas inmediatas de las autoridades inglesas a las autoridades italianas, la ausencia de búsqueda, identificación y detención urgente de los protagonistas pues sus cuerpos y acciones violentas están grabados en los medios. Y la suficiente falta de medidas de seguridad preventivas, considerando antecedentes similares.

En la Eurocopa 2020 no hubo muertos pero los hechos son merecedores de sanciones graves que los jueces sabrán imponer

Es cierto que la crítica popular, a modo de chanzas audiovisuales, no ha parado de inundar las redes, ridiculizando a los aficionados ingleses. Pero no basta: se hace necesario una acción enérgica y contundente que, tras juzgar los hechos, los condene e imponga sanciones severas con la finalidad de dar ejemplo y reparar el daño causado a las víctimas, a todos los deportistas y a toda la gente de bien, al margen de su nacionalidad.

Lamentablemente, muchos recordamos la tragedia del 29 de mayo de 1985 en el estadio belga de Heysel, donde murieron 39 aficionados, 32 italianos seguidores de la Juventus, cuatro belgas, dos franceses y un británico, a causa de una avalancha de aficionados en los prolegómenos de la final de la Copa de Europa, entre el Liverpool y la Juventus, provocados por un incidente entre los radicales ingleses y un grupo mayoritario de italianos. Los sucesos causaron, además, 600 heridos de diversa consideración.

La UEFA aplicó una sanción sin precedentes vetando durante cinco años a todos los clubes ingleses, y seis años al Liverpool. Heysel fue clausurado, hasta su posterior demolición y reconstrucción.

En la Eurocopa 2020 no ha habido muertos pero los hechos son merecedores de sanciones graves que los jueces sabrán imponer. En todo caso, no deben faltar sanciones económicas, impuestas a las entidades inglesas que representan a su selección, pues sus seguidores fueron los causantes de tales desmanes repulsivos.

Pero más allá de las indemnizaciones me interesa penetrar y modificar el lenguaje, llamando a las cosas por su nombre.

Los hechos descritos han demostrado que el ‘fairplay’ debe sustituirse por ‘correttezza professionale’ y que los ‘hooligans’ no son, como generosamente dicen los diccionarios, jóvenes alborotadores violentos, sino delincuentes.

Presuntos delincuentes que deben ser juzgados y condenados a esas penas ejemplares que gustan tanto a los jueces ingleses; verbigracia, que limpien durante cinco años las letrinas de los estadios ingleses.

¡Viva Italia! ¡Viva los merecidos campeones!

*Abogado y catedrático de Universidad

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