Atletismo

Ester Navarrete llega a su meta

La viguesa completa una maratón olímpica en la que los problemas estomacales le complicaron la primera mitad de carrera | “He disfrutado y he sufrido” dijo

Ester Navarrete levanta los brazosen la meta. // EFE

Ester Navarrete levanta los brazosen la meta. // EFE

Juan Carlos Álvarez

Juan Carlos Álvarez

vigo

Los fondistas son una raza especial, gente con una capacidad única para sufrir y soportar el dolor. Ester Navarrete acaba el maratón olímpico en Los Inválidos y levanta los brazos al cielo con un gesto de satisfacción y descanso. Son las diez y media de la mañana y sobre París cae el sol con justicia. Atrás quedan cuarenta y dos kilómetros de agonía, pero también de plenitud. La viguesa acaba la segunda maratón de su vida (la primera le valió en Sevilla el billete para los Juegos) en el puesto cuarenta y dos en un tiempo por encima de las dos horas y media que importan bien poco.

A Ester solo le preocupaba cruzar esa línea de meta, sentir el aplauso de la multitud que había en las calles de París y darse ese regalo que eran los Juegos Olímpicos. Atleta honesta, poco habitual en los grandes escenarios internacionales, la viguesa encontró una puerta abierta para colarse en los Juegos y se tiró a ella de cabeza. Hizo realidad un sueño de forma inesperada y se prometió que disfrutaría de él como nadie. Los objetivos para la carrera quedaban en un segundo plano aunque su tiempo (2h32:07) es el quinto mejor de una maratoniana española en unos Juegos Olímpicos.

Hassan celebra su victoria
en el maratón.  | // AP

Hassan celebra su victoria en el maratón. | // AP

Por eso a Ester en la línea de meta le preocupan poco las malas sensaciones vividas durante una carrera infernal. Cerca de Versalles, el lugar en el que la carrera giraba para regresar a París rememorando la Marcha de las Mujeres sobre Versalles de octubre de 1789, un episodio esencial en la Revolución Francesa, el estómago de la fondista gallega comenzó a dar señales preocupantes. Bajó el ritmo vivo que llevaba, vomitó una vez, lo hizo de nuevo a los cinco kilómetros. Con media maratón por delante la situación era realmente delicada, pero la calma y la experiencia hicieron el resto.

Navarrete apartó las malas ideas de su cabeza y siguió adelante, esperando que el entrenamiento extremo de los últimos meses la llevasen a resistir uno de esos contratiempos que tanto temen los maratonianos. Poco a poco su cuerpo recuperó la normalidad para afrontar con garantías el temible repecho de la Comuna de Chavile, esos quinientos metros con una pendiente más propia de los ciclistas en el Tour de Flandes que en una maratón. Una vez pasado ese tramo Ester Navarrete ya podía ver a lo lejos París y una ilusión infantil la llevó hasta la meta donde pudo levantar los brazos al cielo y volver a sonreír por el camino recorrido, por el regalo autoconcedido.

Vómitos

“Me encontraba muy bien al principio pero en el 19 muy mal. Empecé a sentir escalofríos. En el 21 vomité, pensé en recuperar y terminar, pero en el 25 volví a vomitar. Me encontré mejor y volví a carrera y pude terminar”, dijo Navarrete, al llegar a meta con una sonrisa.

“Ser olímpica es un sueño. He disfrutado y sufrido y lo he dado todo. He sentido que el público me empujaba en todo momento, zancada a zancada. Es una sensación increíble que voy a recordar siempre”, la frase que explica todo lo vivido en esta mañana parisina en la que un puñado de amigos y familiares llegados desde Vigo se emocionaron como nunca al verla aparecer en medio de ese enjambre de atletas africanas que lo monopolizan todo.

La carrera también sirvió para que Sifan Hassan le pusiese el broche de oro a los Juegos Olímpicos. Llegó a París dispuesta a ser Zatopek que fue campeón olímpico en Helsinki de los 5.000, 10.000 y maratón. Hassan logró el bronce en las dos primeras carreras, pero ayer redondeó su participación con la victoria en un maratón que se resolvió como si estuviésemos en una carrera de medio fondo. Su logro tiene mayor repercusión si tenemos en cuenta que solo 36 horas antes estaba en el estadio olímpico disputando la final de los 10.000 metros. Se recuperó de forma sobresaliente y aguantó el ritmo que marcaron kenianas y etíopes durante toda la prueba. Un trabajo de desgaste hasta que en cabeza se quedaron solo cinco atletas. Hellen Obiri, Sharon Lokedi, Tigst Assefa, Amane Shankule y Sifan Hassan llegaron juntas a falta de cinco kilómetros y ninguna quiso cambiar el ritmo. Se dedicaron a dejar que siguiese el goteo de eliminaciones, lo que era un favor inmenso para una atleta que viene del medio fondo como Hassan. Y sucedió lo que tenía que suceder. Assefa atacó y solo Hassan la aguantó en el último kilómetro y en la teórica última vuelta al estadio la fundió por completo para conquistar un triunfo inmenso. No fue Zatopek, pero tampoco estuvo demasiado lejos de la “locomotora humana”.

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