Mirador de Lobeira
El lamentable olvido de las víctimas del deporte
¡Qué rápido se olvidan las desgracias! El problema de la amnesia es que para ponerle remedio hay que acordarse. Hace solo quince días que O Grove salió a la calle por la trágica y violenta muerte de Andrés Rico, un buen aficionado que había salido en defensa del árbitro, más que nada porque era su nieto.
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Se decretaron tres días de luto, hubo declaraciones de reproche contra el agresor y este tipo de comportamientos, despertó la solidaridad de todo un pueblo y la Justicia no tardó en calificar como homicidio imprudente la tragedia.
Pero falta continuidad. Ha pasado siempre y seguirá ocurriendo, simplemente porque no hay protocolos que activen medidas inmediatas para poner coto a la violencia en el deporte.
Podría parecer este un mensaje banal, un arrebato más entre los muchos de los ciudadanos; sin embargo se trata de llamar la atención sobre actitudes que se siguen viendo en todos los acontecimientos deportivos en los que se permite entrar a campos y estadios a personas que lo que menos les importa es la camiseta del equipo, simplemente porque lo que van a buscar es bulla, bronca y vandalismo.
La solución es sencilla pues bastaría prohibir la entrada a quien muestren una actitud extraña, vamos aquellos que van haciendo eses al caminar, quienes lleven una botella de alcohol o realicen otros actos desaforados.
En suma, si a un conductor se le puede hacer soplar en un etilómetro o pasar por la prueba del bastoncillo para detectar si consumió estupefacientes, también se podría aplicar en la entrada a los estadios.
Si a ello se suman labores de educación en colegios, involucrando también a los padres y madres, se habrían ganado otros tantos puntos en el cambio que se busca en las gradas y alrededores de las canchas deportivas.
En suma, se trata de hacer comprender que el público solo participa en las competiciones como meros espectadores. Imagínense qué ocurriría en un teatro, un cine o un musical si se permite a los descontentos que se expresaran de forma violenta.
Pues básicamente es a lo que hay que llegar cuanto antes. Pero para ello, la memoria es fundamental. Olvidar lo que ha ocurrido en solo dos semanas demuestra que no hay interés por resolver uno de los problemas más reprobables de la sociedad actual y en el que los equipos también se deben mojar.
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