El cielo amaneció ayer despejado y conforme avanzaba la mañana el día se llenaba de luz sin que nada hiciera pensar que, antes del mediodía, la ciudad se vería sumergida en un eclipse parcial de sol. A las 10.42 horas (datos cedidos por el Observatorio Astronómico de Cotobade) comenzaba sigilosamente el fenómeno astronómico ante la atenta mirada de cientos de vecinos que se habían desplazado hasta el punto habilitado para la ocasión, el puente de O Burgo (3.000 personas según Sirio). Un espacio elegido por «sus dimensiones y distribución, ya que permiten el movimiento de la gente sin problema. Y evita situaciones de aglomeración, como las que se pudieron vivir en 2015 en A Ferrería», contaba el presidente de la Asociación Astronómica Sirio y director del Observatorio Astronómico de Cotobade, Igor Piñeiro, desde el puente. Junto con una veintena de compañeros fueron los responsables de la actividad de visualización y divulgación en O Burgo, en colaboración con el Concello. Repartiendo entre la población que hasta allí se acercaba 2.000 gafas de protección . «Se han acabado rapidísimo», comentaba. Esta gafas cuentan con una película de un polímero especial que evita las radiaciones ultravioleta e infrarroja, cuyos daños son casi inmediatos e irreversibles ante una exposición de la pupila de poco más de 15 minutos, como explicó Igor. Asimismo y a lo largo de todo el puente fueron colocados once telescopios tradicionales y otros dos solares, para que los vecinos que lo desearan pudieran observar el desplazamiento de la luna. «También llevamos una caja oscura estenopeica y una espumadera. Ambos son sistemas de observación indirecta que permiten ver el eclipse sin gafas y experimentar», explica Igor. En el caso de la espumadera, eran los niños los que mayor deseo mostraban por ver cómo funcionaba eso de usar algo que siempre ven en la cocina. «Se trata de dejar que la luz del sol incida sobre la espumadera proyectada hacia el suelo. Se puede apreciar el movimiento de la luna con ella», aclara Igor. Y, aunque la luna solo llegó a ocultar poco más de 30% del sol y la luminosidad era evidente (si no se observaba el cielo, la sensación era como si un poco de bruma diluyera la nitidez de la luz solar), se trata de un fenómeno extraordinario que sirvió para preparar a los pontevedreses e instruir sobre qué hacer, de cara al gran eclipse que ocurrirá el verano que viene. «Es el único eclipse total de sol que va a ver nuestra generación desde Galicia» La ciencia sigue despertando el interés de las personas de una manera muy especial. Sobre todo cuando se trata de cosas que se escapan del conocimiento general, como las cuestiones relativas a la astrofísica, como es el caso de los eclipses solares. Y ayer, el puente de O Burgo fue el laboratorio perfecto desde donde los vecinos pudieron estudiar este fenómeno tan excepcional. Convertido en un observatorio astronómico sobre el río por la presencia de los telescopios profesionales, las colas para visualizar de cerca el fenómeno eran hervideros. «Es la primera vez que veo un eclipse a través de un telescopio. Es increíble», decía Juan. A su lado, un grupo de jóvenes hablaban entre ellos sobre qué condiciones se tienen que dar en las órbitas de la luna, el sol y la tierra para que ocurra un eclipse. «Que no, que es la luna la que se pone entre el sol y la tierra. Desde aquí lo vemos así porque proyecta la sombra y como están muy lejos esa sombra mide kilómetros y la podemos ver». En otro punto del puente varios matrimonios de mediana edad esperaban pacientes su turno. «Es muy emocionante», decían con sendas gafas de protección en los ojos. «Las niñas estaban deseando ver cómo el sol desaparecía en el telescopio», contaba Clara explicando que había sido la ilusión de sus dos hijas las que la habían llevado hasta el puente. «Si no lo miras no te das cuenta. Pero cuando te pones las gafas ves cómo desaparece parte del sol», decía Xose. «Pues el del año que viene tiene que ser tremendo porque han dicho que será un eclipse total», decía a su lado otro joven a sus acompañantes. «¡Papá mira!», gritaba encantado un niño animando a su padre