Necesidades militares de la UE

Europa señala las siete “brechas” de su defensa como objetivos del rearme

Soldados franceses en el ejercicio de la OTAN en Europa Hemex Orion, en febrero de 2023.

Soldados franceses en el ejercicio de la OTAN en Europa Hemex Orion, en febrero de 2023. / Erwin Bouteillier

Juan José Fernández

Juan José Fernández

Madrid

“Europa se enfrenta a una amenaza grave y creciente. La única manera de garantizar la paz es estar preparados para disuadir a quienes quieran hacernos daño”, dice sin más rodeos la primera frase del Libro Blanco de la Defensa Europea, dado a conocer estos días. Y continúa: “Nuestra preparación para la defensa se ha visto debilitada por décadas de inversión insuficiente (...) Amenazan directamente nuestra forma de vida y nuestra capacidad de elegir nuestro propio futuro (...) Creen que somos políticamente incapaces de dar una respuesta significativa y estratégicamente duradera”.

No faltan quienes ven en este relato de amenaza casi existencial la consecuencia de que los dos eurocomisarios relacionados con la autoría del texto sean una estonia -la alta representante Kaja Kallas- y un lituano, el comisario de Defensa Andrius Kubilius, y que ambos hayan empapado el libro de la angustiada visión que de la proximidad de Rusia se tiene en sus países. En toda la historia de la UE se había lanzado desde la Comisión una advertencia tan descarnada sobre la (in)seguridad del continente.

Pero el texto que sirve de guía doctrinal para la nueva defensa de Europa no recoge ninguna preocupación que no señalen sus cúpulas militares desde hace 10 años, cuando Rusia cambió el rictus ante Occidente e invadió Crimea. Básicamente, este histórico libro blanco viene a señalar siete nichos de rearme, las “brechas críticas de capacidad” que Europa debe tapar para disuadir -en palabras del excomisario Josep Borrell- a “los carnívoros” que la rodean.

1 Munición y misiles

Desde el quinto mes de la invasión a gran escala de Ucrania, de los estados mayores de los ejércitos europeos ha salido una advertencia cada vez más apremiante sobre el estado de los arsenales.

En decenios de paz y seguridad confiada al poder militar norteamericano, los socios europeos de la OTAN no han cumplido los mínimos de aprovisionamiento de munición para su artillería. La guerra de Ucrania sorprendió a los ejércitos europeos con el stock justo de proyectiles y misiles. Pese a que Europa donó sus arsenales hasta sus niveles críticos, han sido las donaciones americanas las que han sostenido la capacidad de fuego ucraniana.

Un soldado ucraniano, en un carro de combate Leopard en Świętoszów (Polonia)

Un soldado ucraniano, en un carro de combate Leopard en Świętoszów (Polonia) / Ejército de Polonia

Doscientas toneladas de munición enviadas por por España en el buque Ysabel no dieron para cuatro días de combate, según desveló el anterior embajador ucraniano, Serhii Pohoreltsev.

Europa precisa -señala su libro blanco- una “reserva estratégica” y una cadena de suministro industrial propia con garantía de reposición de munición, misiles y componentes.

2 Defensa aérea y antimisil

El libro blanco identifica cuatro tipos de amenaza aérea para las ciudades, puntos de producción, bases militares e infraestructuras clave de Europa: los misiles de crucero, los misiles balísticos e hipersónicos, los cazabombarderos y los drones.

Ante esta variedad de riesgos, el libro señala la necesidad de que los ejércitos de la UE sean capaces de cubrir la brecha con una defensa antiaérea “integrada”.

En terribles madrugadas de destrucción, Rusia ha probado a menudo en Ucrania sus ataques aéreos en oleada con diversidad de material: bombas volantes, drones suicidas y misiles combinados en un mismo bombardeo. Para neutralizar este tipo de ataque, el libro blanco recomienda, sin entrar en más detalles, una defensa aérea “multicapa”.

Eso implica la inversión en sistemas antimisil muy diversos, para que un enemigo no consiga un efecto añadido de los ataques combinados: obligan a la víctima a agotar carísimos recursos en neutralizar bombas baratas, e incluso señuelos.

3 Artillería de largo alcance

Es la capacidad por la que clama Kiev desde el inicio de la guerra: autorización occidental para atacar con los HIMARS (Sistema de Artillería de Cohetes de Alta Movilidad, norteamericanos) objetivos muy dentro de Rusia.

En la guerra del presente, la artillería no tiene potencia si solo cuenta con cañones de 40 kilómetros de alcance: “Se precisa la capacidad de golpear a 300 o 400 kilómetros, para negarle al enemigo también el uso de su retaguardia”, explica un coronel especialista artillero con base en Madrid.

El libro blanco europeo pide lanzacohetes de largo alcance, guiados, de alta precisión. Europa desarrolla su propio sistema PULS (Sistema de Lanzamiento Preciso y Universal, el que llevarán los lanzacohetes SILAM españoles) a través de la firma alemana KNDS, pero la patente es israelí, de la compañía Elbit Systems.

4 Drones y antidrones

De todos los países europeos -más allá del club UE- es Ucrania el que tiene más experiencia y mejor trama industrial para la fabricación de drones de combate.

Es una manufactura relativamente fácil en la que Kiev aprovecha el voluntariado de estudiantes en colegios y jubilados en sus casas, y esas máquinas resultan cruciales en el ataque a personal, búnkeres y blindados, así como en disipar lo que un general francés define como “la niebla de la guerra”: convertir en transparente el campo de batalla.

Pero es más complejo desarrollar drones más grandes, para bombardeo y retorno, para escucha, vigilancia o interferencia, o, en fin, para combatir con otros drones. Europa carece de un sistema propio para la defensa en este campo, inaugurado de forma apabullante en el frente de Ucrania, sobrevolado por seis millones de robots.

5 Movilidad militar

Puede que se trate de una de las necesidades europeas de defensa que más pronto se solucionen. Hay al menos mucho trabajo teórico avanzado por los países afectados en el marco de la OTAN, explican fuentes militares.

Embarque de soldados franceses en un avión militar Hercules C130 .

Embarque de soldados franceses en un avión militar Hercules C130 . / Erwin Bouteillier

El Libro Blanco sobre Defensa señala la necesidad de una “red europea de corredores terrestres, aeropuertos, puertos marítimos y elementos y servicios de apoyo” que, en caso de necesidad, puedan utilizar los ejércitos para mover rápidamente tropas y material militar.

En las maniobras OTAN Defender Europe se pone de manifiesto cómo hacia el Este se complica el movimiento rápido de grandes refuerzos logísticos, muy vulnerable en los cruces fluviales.

Una rápida movilidad se pone siempre a prueba -sobre el papel de los juegos de guerra- en la defensa del corredor de Suwalki, 70 kilómetros de terreno entre Polonia y Lituania que separan Bielorrusia de la franja rusa de Kaliningrado. Su toma dejaría aisladas por tierra a las repúblicas bálticas. “Un problema estratégico clásico”, comenta un general español de división.

6 IA militar y computación cuántica

El libro blanco europeo se detiene en la guerra online como un dominio esencial de la defensa en el que Europa precisa "capacidades cibernéticas tanto defensivas como ofensivas para garantizar la protección y la libertad de maniobra en el ciberespacio”, dice el documento.

Europa está abocada a desplegar su propia inteligencia artificial militar -ya que se durmió sin generar más que una patente francesa mientras EEUU y China desarrollaban las suyas-, proceso de datos y habilidades de computación cuántica.

Se trata de incorporar avances civiles a lo militar, y no solo para defenderse: el libro blanco dice que la UE debe enseñar los colmillos: “Desarrollar, junto con los Estados miembros, un programa voluntario de apoyo a las capacidades cibernéticas ofensivas como medida disuasoria creíble”.

7 Facilitadores estratégicos

Con ese nombre se conoce en el campo militar a los avances que permiten proyectar la fuerza, mantenerla en escenarios lejanos, tener una buena vista sobre las actividades de un adversario y proteger las infraestructuras críticas.

Los Estados de la UE deberán invertir en satélites de observación, además de los de comunicación, sistemas de inteligencia, mando y control, grandes aviones y grandes buques para el transporte de tropas y material, buques y aviones de aprovisionamiento, baterías antimisil para la protección de instalaciones militares y almacenes de combustible y algún sistema para defender satélites y blindar sus emisiones.

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