Entrevista | Luz Divina Rueda Presidenta de la Asociación Profesional de Inspectores de Pesca

«El sacrificio que hemos realizado durante años no nos lo han pagado»

Los inspectores de pesca llevan tiempo exigiendo un cambio de rumbo a la Administración en materia laboral: mejoras en seguridad, jubilación y salario que hagan justicia a la complejidad de su profesión o la disponibilidad casi total a la que muchas veces se ven sometidos. Con su paciencia rozando el límite, el colectivo se aproxima a una huelga indefinida que arrancará en marzo con protestas en Vigo y Madrid.

Luz Divina Rueda, presidenta de la Asociación Profesional de Inspectores de Pesca, en el control de una descarga de tiburón.

Luz Divina Rueda, presidenta de la Asociación Profesional de Inspectores de Pesca, en el control de una descarga de tiburón. / FDV

Vigo

Velan por el cumplimiento de la normativa pesquera, tanto nacional como europea e internacional. Están en la primera línea del control portuario, pero también realizan inspecciones en alta mar y por el aire. Cuando un buque arriba se encargan de revisar la documentación obligatoria, verificar que las capturas declaradas coincidan con la carga real y comprobar que se respetan las cuotas, las tallas mínimas y el uso de artes de pesca permitidas, garantizando la sostenibilidad del medio marino. «Es un trabajo que requiere dedicación y disponibilidad, la actividad pesquera no entiende de horarios», reconoce sin tapujos Luz Divina Rueda, presidenta de la Asociación Profesional de Inspectores de Pesca (Apipes). Representa a «un colectivo que lleva muchos años desempeñando su oficio en condiciones inadecuadas y que está llegando al límite». Un gremio que estará en huelga indefinida a partir del próximo 3 de marzo —con movilizaciones en Madrid ese día y posteriormente en Vigo, el 5— si la Administración sigue sin atender sus reivindicaciones: mejoras en seguridad, jubilación y salario para recuperar el poder adquisitivo perdido estos últimos años. En definitiva, «si no cambia de rumbo y refuerza nuestros derechos».

—¿Qué fue lo que más le llamó del oficio? ¿Cuándo decidió que quería ser inspectora de pesca?

—Mi camino fue bastante casual. Yo estudié Ciencias del Mar y trabajé durante un tiempo con becas de investigación. En 2008, justo cuando comenzó el plan de recuperación del atún rojo, empecé a trabajar como auxiliar de inspección. Fue entonces cuando conocí este mundo. La pesca siempre me había llamado la atención, pero realmente no tenía ni idea de cómo funcionaba el trabajo de un inspector. Estar en los puertos, conocer la realidad de los pescadores y la dureza de su día a día fue toda una revelación. A partir de ahí decidí prepararme las oposiciones y finalmente entré como inspectora de pesca. Ya llevo 14 años y a pesar de las dificultades sigo pensando que es un trabajo muy importante.

—¿Ha cambiado mucho su imagen con el paso del tiempo?

—Cuando empecé a trabajar en el País Vasco estaba llena de ilusión. Era un trabajo que me gustaba y además había conseguido una estabilidad laboral, pero pronto me di cuenta de que las condiciones eran muy duras. La pesca es una actividad sin horarios. Podías estar esperando en el puerto durante horas, incluso jornadas de 12 horas seguidas, porque las descargas no tienen un horario fijo. Teníamos que adaptarnos completamente al ritmo imprevisible de los barcos y eso exigía un sacrificio personal enorme. El sacrificio que hemos realizado durante años no nos lo han pagado. Yo, por ejemplo, tuve que contratar a una persona que se quedara en casa para cuidar a mi hijo porque había días en los que me tocaba salir a las tres de la mañana. Tampoco se respetaban los descansos establecidos por ley.

—Y al final dijeron basta.

—Sí, hace tiempo ya que decidimos plantarnos. No podíamos seguir permitiendo que se vulneraran nuestros derechos. Denunciamos la situación a la Inspección de Trabajo, que nos dio la razón. A raíz de eso, también conseguimos que se nos ofreciera formación en prevención de riesgos, algo que nunca habíamos recibido antes. Yo misma sufrí un accidente grave, caí desde cuatro metros de altura en un pesquero, y para colmo me culparon a mí de todo lo ocurrido. Ese fue un punto de inflexión. También exigimos que se cumplieran los horarios establecidos por normativa, pero la Administración respondió con una instrucción ineficaz que nos obliga a planificar todo con un mes de antelación. Es inviable en un sector tan impredecible como la pesca.

—¿En qué punto se encuentra ahora la lucha del colectivo?

—Seguimos luchando por muchos derechos que aún no se nos reconocen. Entre ellos un complemento específico acorde a nuestra labor, que compense las condiciones especiales de nuestro trabajo [noches, festivos, disponibilidad 24 horas]; cobramos lo mismo que un administrativo de oficina, a pesar de nuestra responsabilidad. También pedimos la actualización de la bolsa de productividad, que lleva congelada desde 2011; entonces había 110 inspectores, ahora somos 170, pero el presupuesto sigue siendo el mismo. Del mismo modo reclamamos protocolos de trabajo seguros; la Administración se comprometió a tenerlos listos en diciembre de 2023, pero seguimos sin ellos. Ya no es una cuestión negociable, es una obligación legal. Y exigimos el reconocimiento de la profesión como actividad de riesgo; no podemos estar subiendo a los barcos con 65 años. Los pescadores, estibadores y otros profesionales que trabajan en entornos similares tienen coeficientes reductores para anticipar su jubilación. Solo pedimos lo mismo.

—¿Cuál ha sido la respuesta de la Administración al respecto?

—Lamentablemente hemos encontrado muy poca voluntad de resolver el conflicto. La Administración no se ha sentado a negociar seriamente con nosotros a menos que haya una huelga convocada.

—¿Y cuáles son sus expectativas ante la convocatoria actual?

—Nadie quiere llegar a una huelga indefinida. Estaríamos encantados de cancelarla si hubiera un compromiso real por parte de la Administración. Si presenta un compromiso firme, evaluaremos la situación con los sindicatos convocantes [Comisiones Obreras y ELA] y tomaremos una decisión. Pero por ahora nos estamos preparando para las protestas: el 3 de marzo en Madrid, frente a la Secretaría General de Pesca, y el 5 en Vigo ante la Agencia Europea de Control de la Pesca.

—Choca ver cómo un colectivo encargado de velar por el cumplimiento de las normas que denuncia tantos incumplimientos.

—Es injusto y contradictorio. Llevamos años esforzándonos por mantener un sistema de control pesquero que ha sido reconocido a nivel europeo como uno de los más eficaces, pero la Administración nos da la espalda. Muchos de nosotros seguimos trabajando porque creemos en la importancia de nuestra labor, pero desmotiva ver cómo se nos niegan derechos. Si queremos un sistema de inspección eficaz, necesitamos condiciones laborales dignas.

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