«Este trabajo atrae porque cada día es diferente. Y hablamos además de un delito que genera gran inseguridad en la ciudadanía. ¡Qué mayor satisfacción hay que resolver un caso, devolver a su dueño los efectos sustraídos y notar el agradecimiento en su cara! Eso merece la pena verlo». En las oficinas de la comisaría de Vigo-Redondela donde trabajan los agentes de UDEV-Robos se respira buen ambiente. También esa valiosa mezcla de vocación y experiencia. Estas sensaciones se confirman tras intercambiar las primeras palabras con varios de los policías nacionales destinados en el grupo. Quien en concreto pronuncia las que encabezan este artículo es un subinspector con 11 años de experiencia en esta brigada, la misma sobre la que recae el peso de investigar todos los robos en viviendas que se producen en la ciudad olívica y que particularmente se encarga de luchar contra la delincuencia itinerante: desde las sofisticadas mujeres croatas capaces de saquear céntricos pisos en minutos hasta los escurridizos albaneses expertos en escalar muros y colarse por ventanas de chalés para obtener un sustancioso botín. Son organizaciones criminales que llegan a Vigo, roban y se van, lo que obliga a estos agentes a un frenético trabajo a contrarreloj que, como contrapartida, se ha visto recompensado en los últimos meses con varios golpes policiales de calado y que ha permitido que el pasado 2024 se haya cerrado con una de las cifras más bajas de robos de la última década. Pese a este significativo descenso, a los policías que integran esta unidad no les falta trabajo. En los últimos diez años Vigo registró 3.131 robos con fuerza en domicilios. En 2024 fueron 255. Y a día de hoy estas bandas itinerantes extranjeras ya tienen más peso que la delincuencia local en los asaltos que se registran en la ciudad. «Vigo tiene protagonismo en el panorama nacional e internacional. Estos grupos saben que hay capacidad económica y que es una zona que les será rentable», resume el inspector al frente de UDEV-Robos en la comisaría viguesa. Él y el subinspector que atienden a FARO prefieren mantenerse en el anonimato, tan necesario cuando, como es el caso de estos efectivos, se hace trabajo operativo en la calle. Si los ladrones de aquí de toda la vida son «más de supervivencia» y «roban un poco de todo», los delincuentes extranjeros lo tienen claro. «Solo buscan joyas y dinero en efectivo. Puntualmente pueden coger un perfume o una botella de alcohol, pero no se llevan ni televisores, ni ordenares ni teléfonos...», explican. Y lo que también les caracteriza es que actúan «por oleadas». «Todas estas bandas son itinerantes. Llegan, empiezan a cometer robos y en función de la rentabilidad de esos primeros ‘palos’ deciden marcharse sin exponerse más o seguir actuando. En todo caso, nunca se quedan más de tres o cuatro días, saben que de lo contrario los cogeremos», dicen. Otra peculiaridad de estas organizaciones es que ni van armadas –solo llevan las herramientas y útiles necesarios para abrir puertas– ni son peligrosas. «Buscan viviendas que estén vacías porque quieren evitar la violencia y la intimidación a toda costa. Conocen perfectamente la legislación española y los tipos penales que se aplican. Saben que si los pillan y la imputación se limita a delito de robo con fuerza probablemente quedarán en libertad provisional. Por eso huyen de la confrontación, incluso con nosotros», cuentan los dos mandos policiales. ¿Y de qué nacionalidad son las bandas que actúan en Vigo? Uno de esos operativos recientes en los que colaboró la comisaría olívica fue el de la captura en febrero de un grupo georgiano que actuó en distintos puntos de Galicia. Hubo seis detenidos y tres de ellos ingresaron en prisión. Los ladrones con este origen son expertos en robar con modernas técnicas que no dejan rastro en las puertas: el «bumping» o el pujante «impresioning». Actúan en pisos de zonas urbanas, aunque se decantan por el extrarradio para poner kilómetros de por medio con facilidad. Y dejan la vivienda impoluta tras saquearla: «Con la puerta perfectamente cerrada y el piso tal cual estaba; son los más ordenados y, de hecho, hemos tenido algún caso de ciudadanos que tardaron meses en darse cuenta de que les habían robado, que no cayeron en lo ocurrido hasta que fueron a coger las joyas que les habían sustraído». Las bandas croatas suelen estar integradas por mujeres, asistidas por varones que se encargan de la cuestión más logística. «Son muy jóvenes y van bien vestidas, incluso con grandes pamelas, pañuelos o gafas de sol que de paso les permiten cubrir sus rostros. La gente las suele confundir con turistas o con estudiantes, nadie diría que son ladronas», cuentan estos agentes. Pero lo son: en Vigo van a las zonas más céntricas –como Plaza de Compostela o Gran Vía– y se valen para abrir las puertas de la técnica del «resbalón» o de destornilladores para forzarlas. Los colombianos también vienen con frecuencia a Vigo. Hace apenas un mes la comisaría de Vigo, en colaboración con las de Marín y Pontevedra, capturó a un grupo que robaba en casas de dueños de bazares chinos. Igual que los georgianos o las croatas, entran en pisos del casco urbano. Pero usan métodos bastante menos sutiles para abrir las puertas: palanquetas, destornilladores y hasta extractores de bombines, en su día utilizados por ETA para forzar cerraduras de coches. Los albaneses, por último, roban en chalés de las afueras, escalando muros y colándose por ventanas. Pero en el último año su presencia ha sido esporádica. «Hubo un descenso importante», confirma el inspector al frente de UDEV-Robos. Investigar estos robos no es fácil. «Salvo que un vecino vea algo, avise y los pilles ‘in fraganti’, que ya ha ocurrido y por eso es tan importante la cooperación vecinal, es un tipo de delito en el que partes casi de cero y trabajas a contrarreloj, sabes que estas bandas en unos días se irán», exponen. Sin testigos, porque roban en viviendas vacías, la labor policial una vez se reciben las denuncias consiste en recabar indicios a través de cámaras de negocios de la zona, de lo que se encuentre en la casa asaltada con la esperanza de que los ladrones cometiesen algún error y dejasen alguna pista tras de sí... «El problema es que se mueven mucho. Puede ocurrir que cuando consigues avanzar en la investigación ya no estén aquí. Pero, en estos casos, si vuelven ya los estaremos esperando», garantizan. La técnica más moderna que a día de hoy utilizan las bandas itinerantes para entrar en una vivienda es la que se conoce como «impresioning». Es rápida, silenciosa y no deja rastro. Pero las de toda la vida, las que sí causan aparatosos daños, mediante el apalancamiento o el uso de grandes detornilladores, continúan a la orden del día. Eso sí, avisan el inspector al mando del grupo UDEV-Robos de Vigo y su compañero, lo primero que siempre intentarán los ladrones es probar el clásico método del «resbalón». «Cerrar y después pasar la llave es básico. Pero sorprendentemente mucha gente no lo hace, resulta que tienen un elemento de seguridad que no está utilizando», constatan. Si se comete esta imprudencia, un ladrón provisto con un simple plástico rígido o con lo que se denomina mica puede abrir la puerta sin mayor esfuerzos: «Es muy fácil, lo consiguen en segundos y sin hacer ruido». Volvamos al principio. ¿Qué es el «impresioning»? Lo usan por ejemplo los georgianos. «Consiste en realizar un duplicado de la llave con un llavín maestro. Con una lámina de aluminio se hace un copiado perfecto de forma instantánea allí mismo ante la puerta, en minutos o segundos», explican los agentes mientras muestran una de esas llaves maestras de «impresioning», que incautaron en un operativo realizado en Vigo y que guardan, junto a otros muchos efectos intervenidos en otros golpes policiales, en una vitrina en la oficina. «A veces esta técnica deja algún daño, pero es minúsculo; es casi imposible que el ciudadano se entere, porque además los ladrones, cuando se van, dejan la puerta otra vez cerrada», afirman. En otros robos investigados en Vigo se ha detectado el método del «bumping». Se realiza con una llave modificada que al ser golpeada con un pequeño martillo hace saltar los pistones internos de la cerradura y permite girarla como si se usara la llave original. Como el «impresioning», es otra de esas técnicas invisibles en las que, a simple vista, es imposible apreciar el forzamiento efectuado. «Puede dejar algún daño en la entrada del bombín de la cerradura, pero muy pequeño», describen. Frente a estas técnicas sigilosas, hay otras como son las palancas, los destornilladores o los extractores de bombines que sí dejan destrozos muy evidentes. El extractor requiere que se haga uso de una «fuerza brutal» y, aunque no es habitual, lo usan por ejemplo algunos grupos colombianos. Ante este escenario, ¿qué puede hacer el ciudadano? ¿Hay algún tipo de puerta o de cerradura que nos proteja al 100%? Los agentes son tajantes al responder que no, pero al mismo tiempo avisan de que cuanto más invirtamos en seguridad, menos posibilidades tendremos de que roben en nuestras casas. «Insistimos, pasar la llave es básico. Y después hay dos parámetros que ellos, los delincuentes, van a tener en cuenta: el del tiempo y el del ruido. Cuantas más y mejores medidas de seguridad tenga una puerta, más tiempo deberán emplear en abrirla y más ruido harán», dicen. Eso es lo que juega a favor del propietario y lo que puede provocar que, en vez de su domicilio, escojan otro donde les sea más fácil entrar.