Ha cumplido la Vig-Bay su 25º aniversario –24 ediciones, con la de 2020 suprimida por la pandemia– con una exhibición de vigor. 613 pioneros partieron de Samil aquel 27 de febrero de 2000. Ayer fueron 5.376 –41 de ellos, en triciclo, handbike y joelette–, más los 1.410 que realizaron la Minibay, de salida adelantada a Nigrán y meta común en Baiona. En el santoral principal se inscriben Rubén Pires y Carmela Cardama; en el secundario, Mariano Díaz y Purificación Anegas. No son tiempos de élite. Es la devoción popular, natural y foránea, la que ha convertido esta prueba en una fiesta central del calendario olívico y gallego. En parte indispensable de su patrimonio deportivo, social y cultural. La meteorología, antes del inclemente febrero y ahora del caprichoso abril, respeta la jerarquía de la Vig-Bay. Lo aseguraba Rafael González Caride, uno de los tres que han participado en todas las ediciones. «Siempre hace buen tiempo. No sé qué pasa, que nunca llueve». En ocasiones amainó incluso justo antes del pistoletazo. Esta vez el domingo se nublaría de tarde. Por la mañana lució el sol; picó, de hecho, hacia el mediodía. El calor incrementó los mareos y desvanecimientos. Nada que excediese, en principio, los síntomas de una deshidratación pasajera. «Camina, camina», recomendaban las asistencias a los recién llegados para aliviar el efecto de una parada brusca. En la Avenida Elduayen imperó la alegría; conclusiones compartidas de la mano, abrazos sudorosos, hijos en el regazo para la foto que se atesorará o grupos acompañando a atletas con discapacidad. «Sempre para diante», rezaban las camisetas de uno de ellos; «la vida está inventada para todos», pregonaban otras. La Minibay se había anticipado media hora, a las 9:30, para mitigar la confusión de sus rezagados con la cabeza de la media maratón. La organización estrenó un cronómetro más detallado, aunque en algún momento fallase. Su pantalla informó del duelo entre Mariano Díaz y Anxo Otero. El primero, cangués pero de Narcea, atacó en los dos últimos kilómetros y aunque el redondelano apretó los dientes, la ventaja en apariencia escasa se le acabó antojando abismal. A Díaz (37:21) y Otero (37:26) los acompañó en el podio Álvaro León (38:07), de Culleredo. La ganadora llegó vigésima en la general, entusiasmada. La ourensana Purificación Anegas, de Corredores do Miño, contaba quizá con ganar en su grupo de edad, de +55. Sus 42:16 le sirvieron para batir con holgura a una joven compañera de equipo, Miriam Sarmiento (44:12), y a la viguesa Alba Varela (44:49), del Delikia. Además de gallegos, habían recorrido esos 10,5 km gentes de León, Valladolid, Asturias, Huelva, Lleida, Las Palmas, Zaragoza, Madrid, Almería, Cantabria, Barcelona, Valencia, Málaga, Navarra, Alava, Palencia, Baleares, Cádiz, Tenerife, Zamora, Porto, Chaves, Braga, Viana, Caminha, Lisboa, Nothingham, Países Bajos... Aún más variada era la procedencia en la carrera principal. Fue luso el ganador, Rubén Pires (1:08:27), del Felgueiras, en un pulso incluso más apretado con Hugo García (1:08:31), del Miller Vintage. Se habían despegado de Manuel Lorenzo (1:08:45), del Pinarium, y Jorge Puig (1:09:04), del Lake. Con energía esprintó Carmela Cardama, incontestable (1:18:10) a la vez que debutante en una media maratón. No se le pudieron oponer Eva Piñel (1:09:59),del Lake, y Lea Breinholt (1:20:08), del Run&Tri, líder de la Run Run Vigo, ganadora en Teis y la Subida ao Castro. Acudieron leyendas como Julia Vaquero, en la Vig-Bay, y Javier Álvarez Salgado y Loly García, en la Minibay, y clásicos laureados como Elías Domínguez («os meus parabéns ós que veñen por diante e por detrás por facer esta proba cada vez máis grande»). Tambien políticos como el alcalde de Nigran, Juan González, y el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, que acompañó a DisCamino y departió en la salida con Abel Caballero. Ayer los únicos colores correspondían a ese arcoíris desplegado por la costa, sobre el asfalto y en las aceras. «O público anima moito máis do que pensan ás veces. Lévante a facer un esforzo superior», agradeció Eduardo Vieira, el hombre que soñó hace un cuarto de siglo lo que el sol hoy ilumina.