Gardacostas de Galicia intensifica su presión contra la lacra del furtivismo. Ha quedado de manifiesto en el primer trimestre del año, cuando este servicio adscrito a la Consellería do Mar se ha incautado 4.245 útiles de pesca y marisqueo ilegales, además de interceptar 3.653 kilos de producto. Sale esto a relucir después de importantes operativos desarrollados en Arousa, Pontevedra y Vigo, lo cual deja patente tanto el intenso trabajo que realiza Gardacostas como la perseverancia de los ilegales, y lo poco que les importa esquilmar los caladeros y perjudicar al consumidor y a los mariscadores y pescadores profesionales que respetan las normas. La mayor parte del producto intervenido corresponde a especies en veda o de talla antireglamentaria. Pero también es fruto del manejo de artes ilegales o del incumplimiento de topes, horarios y normas de balizamiento. Es por ello que Gardacostas recuperó en el primer trimestre 975 kilos de pulpo y 257 de choco, junto a 678 de equinodermos como el erizo y 662 de bivalvos, en este caso con especial protagonismo para la almeja, con 202 kilos de babosa, fina, rubia y japónica. En este apartado hay que hacer mención especial, puesto que no es habitual, al mejillón. Concretamente, a su cría –la popular mejilla–, de la que se recuperaron 360 kilos que dejan al descubierto la existencia de un mercado negro especializado en esa semilla. Al analizar lo sucedido con la familia de los bivalvos no hay que perder de vista a la vieira, ya que su venta y su consumo al margen de los cauces reglamentarios puede tener graves consecuencias para la salud pública. Fueron 22 los kilos de este pectínido interceptados por los guardacostas, junto con 4 de volandeira y 34 de berberecho, entre otras incautaciones. Como siempre, los crustáceos son una de las familias más castigadas por los furtivos. Mejor dicho, por la pesca ilegal, ya que en este caso son pescadores profesionales los que suelen abusar de sus privilegios para esquilmar la producción de especies como el centollo. Precisamente es el «rey de los mariscos» el que más sufre las consecuencias de la pesca ilegal y el furtivismo, con nada menos que 714 kilos intervenidos entre el 1 de enero y el 31 de marzo. Buena parte procedía de eso que también se conoce como «furtivismo legal», practicado, como se decía antes, por los pescadores y mariscadores legalmente reconocidos, que usan sus permisos de explotación y demás beneficios para capturar ejemplares de talla inferior a la permitida o en veda. La relación de crustáceos se completa con 7 kilos de buey intervenidos, 14 de camarón, 4 de bogavante, 46 de nécora y 20 de percebe, entre otros decomisos. De los datos en poder de la Consellería do Mar también se desprende que la cantidad de pescado decomisado ha sido relativamente baja, aunque no por ello menos preocupante. Fueron, exactamente, 223 kilos, entre los que destacan 89 de raya, 33 de lubina y 12 de besugo. En cuanto a los 4.245 útiles incautados, entre artes, bienes y medios, procede resaltar cuatro embarcaciones, un vehículo, un traje de neopreno, 22 objetos empleados por los submarinistas, 42 bolsas de red, 15 capazos, 22 viveros y, sobre todo, 630 artes de enmalle, con un claro dominio de las redes conocidas como «miños» (304) y «trasmallos» (320). De entre las artes empleadas para el marisqueo furtivo puede citarse los tres raños o ganchas recuperados por Gardacostas, así como 18 raspas –usadas para percebe y mejilla– y dos «rastros». Lo que más destaca siempre, al hablar de útiles intervenidos, son las nasas, alcanzándose en el primer trimestre la cifra de casi 2.300 recuperadas. Entre ellas, 26 de centollo, 82 nasas «voitirón» (butrón) y nada menos que 2.183 de pulpo, nécora y camarón. Al igual que disparan siempre las cifras de decomisos de útiles los «cacharros» de pulpo, esta vez con 1.150 sacados de la circulación por los funcionarios de Gardacostas. Está claro que la lucha contra el furtivismo no descansa. De ahí que mientras se cerraba el balance de intervenciones de Gardacostas en el primer trimestre empezaran ya los operativos y decomisos de abril. Entre ellos uno muy llamativo desarrollado en la zona portuaria de O Xufre, en A Illa de Arousa, donde fueron localizados 116 kilos de centollo. Estaba introducido en una gran jaula, de esas que los pescadores ilegales de este crustáceo emplean para dejarlo en el agua a la espera de que llegue el momento de su comercialización. La localización de ese centollo el martes, además de almeja, nasas y otros productos y útiles, corrió a cargo del personal de Gardacostas en la base de Vilaxoán (Vilagarcía), encargado, sobre todo, del control de Arousa Sur (O Salnés). Un territorio en el que se recuperaron en el primer trimestre 965 útiles y 848 kilos de producto. Destacaron 229 kilos de pulpo, 135 de choco, 184 de centollo, 56 de mejilla y 127 de almeja. Además de 146 miños, 682 nasas de pulpo, nécora y camarón, 82 nasas butrón y un «bou de man». Llegados a este extremo, no está de más recordar que el informe «El furtivismo marino y su incidencia en la Comunidad Autónoma de Galicia», elaborado por el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, diferencia entre distintos tipos de furtivismo, y casi todos están presentes en los operativos llevadosa cabo por Gardacostas en el primer trimestre. Hay que destacar, por ejemplo, el «furtivismo marginal», que hace referencia a «furtivos con carencias de integración social y necesidades económicas». Es decir, «personas que por sus circunstancias personales se encuentran en alguna situación de falta de integración social, por presentar psicopatologías adictivas y comportamientos y conductas de desarraigo tales como toxicomanías, alcoholismo, desempleo crónico por falta de adaptación y similares». En el citado informe de la Guardia Civil, elaborado hace una década, se hace constar que «la tolerancia a este tipo de furtivismo es bastante amplia en términos generales, aunque representa, al igual que el resto de conductas, una parte del problema». Problema al que contribuyen los «furtivos domésticos», que son las «personas que residen en los municipios costeros, generalmente personas mayores y marineros jubilados que por uso y costumbre recolectan ejemplares para consumo propio». Una práctica frecuente en las rías de difícil encaje en la tipificación del furtivismo como delito y «socialmente aceptada, al ser protagonizada por oriundos de la zona y no generar alarma social». Tanto o más preocupante resulta el «furtivismo legal» al que se aludía anteriormente, que si bien es en sí mismo un término contradictorio, queda explicado si se dice que es el que practican los pescadores y mariscadores legalmente reconocidos. El Seprona citaba en su informe ejemplos como el del centollo que se captura en la ría de Arousa cuando todavía está en veda, «dándose la existencia de algunos pescadores que no dudan en aprovechar su actividad diaria para venderlo directamente sin pasar por lonja» o guardarlo en jaulas y salitrados a la espera de que finalice su veda. Se trata de «un furtivismo silencioso, que pasa más desapercibido, pero no por ello carece de importancia, ya que poco a poco, y dada la continuidad de su práctica, se llega a unos niveles altos de fraude», advierte el Seprona en su informe. Por si no fueran suficientes amenazas, el sector mar-industria también soporta el «furtivismo vacacional» y «de bañador», protagonizado por cuantos durante sus periodos de descanso, sobre todo en verano, acuden a las zonas costeras y/o de baño para «recolectar ejemplares de fácil acceso», especialmente almejas, berberecho y navajas. En este caso realizan una extracción «generalmente destinada a consumo propio», según explica la Guardia Civil.